La sede central del grupo financiero ING fue diseñada por el arquitecto colombiano Roberto Meyer y el arquitecto holandés Jeroen van Schooten, que forman uno de los estudios de mayor reputación de Holanda.
El diseño fue inspirado en el paisaje donde se implanta. Conceptos como transparencia, innovación, apertura y amistad con el medio ambiente, fueron pautas de diseño para los proyectistas. Además, ensayaron en este edificio varios recursos tecnológicos para lograr la máxima eficiencia en el uso de energía.
El programa incluye oficinas, restaurante, comedor, auditorio, recepción, salas de juntas, salas de espera, foyer, jardines, estacionamiento vehicular subterráneo y cobertizo para bicicletas.
El edificio obtuvo numerosos premios, como el Nationale Staalprijs y Nederlandse Glas Award en 2002, concedidos por las asociaciones profesionales del acero y vidrio en Holanda, y el Dutch Construction Prize y Aluminim Award Architecture, en 2003. Además, estuvo nominado al premio Mies van der Rohe 2003 y obtuvo una mención especial en el Architecture & Tecnhology Award del 2002.
Se encuentra en las inmediaciones de Ámsterdam, sobre un terreno largo y angosto, rodeado por un lago y una autopista, cerca del aeropuerto. Su ubicación está en la confluencia de dos áreas de la capital holandesa muy diferenciadas: los rascacielos de Zuidas y las amplias áreas verdes de De NieuweMeer.
El edificio se presenta como un gran volumen compacto que se levanta del suelo y descansa sobre ocho pares de pilotes a modo de zancos de entre 9 y 12.5 metros de altura.
El diseño del edificio está inspirado en los condicionantes del paisaje. La planta libre permite que los usuarios de la autopista sigan manteniendo las vistas hacia el lago, mientras que el edificio elevado permite vistas hacia la ciudad descontaminada del tráfico automovilístico.
En el sector verde el volumen se mantiene bajo, mientras que del lado donde se encuentra la zona urbana el edificio se alza con el auditorio en voladizo como un elemento proyectante.
Con la planta baja libre, a nivel cero sólo hay un prisma de cristal que funciona como entrada y vestíbulo del núcleo de circulación vertical, conduciendo al corazón del edificio.
En el interior, un corte variado refleja la riqueza espacial, alternando áreas abiertas y cerradas, con patios y vacíos que multiplican las vistas.
Partidarios de la arquitectura sustentable, los proyectistas utilizaron varios recursos para lograr un edificio eficiente en el uso de energía.
Se utilizó un sistema de control climático, basado en una combinación de ventilación natural y bombeo mecánico de agua fría y caliente desde un acuífero ubicado bajo el edificio. Así, no existen los acondicionadores de aire que contaminen el ambiente.
La fachada de doble piel de vidrio, reticulada con el esqueleto de acero del edificio permite la circulación del aire y sirve como aislante sonoro, para que el ruido de los automóviles no ensordezca a los oficinistas. Entre las dos capas de vidrio hay parasoles que se orientan de forma automática a distintas horas del día.
Además, otros elementos aportan útiles ventajas funcionales, como el sistema de limpieza de vidrios, basado en máquinas robotizadas, y las escaleras de incendios, mecánicas y ocultas que sólo aparecen en escena cuando son necesarias.
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