Este loft neoyorquino se presenta como la vivienda perfecta para su dueño, un coleccionista de arte que deseaba vivir confortablemente mientras interactuaba con las piezas que ha ido adquiriendo durante años. Este deseo se refleja en un espacio híbrido en el que las zonas domésticas y los espacios de exposición se relacionan de forma armoniosa, mientras que las increíbles vistas panorámicas hacia el bajo Manhattan se convierten en otra bella creación a la altura de las pinturas o esculturas que se muestran en diversos puntos de este apartamento.
El estudio de arquitectura holandés Unstudio firma la reforma de este loft situado en el Greenwich Village de Manhattan, Nueva York, donde se explora la interacción entre una galería y un espacio doméstico, en el que las paredes principales atraviesan la vivienda para crear unas condiciones híbridas en las que se desdibujan los límites entre las áreas de exposición y las zonas habitables.
El cliente, como coleccionista, buscaba un espacio en el cual pudiera vivir confortablemente mientras interactuaba con las pinturas, objetos y libros que ha ido reuniendo durante años. Este loft tiene el propósito de unir vida y arte para facilitar sus interacciones diarias y dejar claro el inusual punto de vista de su dueño. Por este motivo el diseño de este loft es un híbrido entre galería de arte y espacio doméstico.
La superficie del loft existente se caracterizaba por sus proporciones variables, ya que se trataba de un lugar largo y ancho pero también bastante bajo. Las paredes curvadas y fluidas se han utilizado para dividir virtualmente el espacio principal en diversas áreas equilibradas. Esta distribución crea zonas de proporciones confortables para uso doméstico, mientras que simultáneamente genera una gran cantidad de superficie libre en las paredes que se destina a la exposición de obras de arte. La estructura de las paredes abre un espacio que permite disfrutar de perspectivas amplias y genera a su vez esquinas protegidas y nichos escondidos en las curvas. En este espacio híbrido las áreas de exposición emergen dentro de las domésticas, de modo que una pared de exhibición flotante por una cara se convierte en los estantes de una librería doméstica por el otro lado. Para lograr crear esta uniformidad en el espacio se ha utilizado un doble panel de fibra de vidrio curvado reforzado con yeso. Además, en el interior de las paredes curvas se han integrado la mayoría de instalaciones técnicas.
Mientras que las paredes se han concebido como un telón de fondo controlado y armonioso para las obras de arte, el techo se ha ideado como un elemento más articulado en su expresión hacia esa transición. Con una interacción entre luminosidad y opacidad, en el techo se ha creado un ambiente con unas condiciones lumínicas particulares, consiguiendo un elemento organizacional en las áreas de exhibición y domésticas. La parte opaca del techo se ha construido con piezas sutilmente arqueadas, que dan una noción de distancia ilimitada disfrazando la altura real del espacio. En cambio, la parte luminosa del techo se ha retroiluminado con dieciocho mil leds. Esta extensa membrana de luz sirve para equilibrar las proporciones del loft creando una ilusión de altura, funciona como discreto divisor de espacios y se puede programar para iluminar el espacio con varios matices de luz, desde las más frías hasta las más neutrales o las más cálidas.
Otro elemento sorprendente que el arquitecto ha añadido a la miscelánea que rige este proyecto es el aprecio por la ciudad, que ha sido expresado a través de las vistas enmarcadas. Las antiguas ventanas de la pared sur han sido remplazadas por hojas de cristal que van de suelo a techo, enmarcando unas irresistibles vistas hacia el bajo Manhattan.
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